martes, 15 de febrero de 2011

Madame Bovary, según la BBC

Madame Bovary

Comenta el siguiente fragmento de Madame Bovary:

El día siguiente fue para Emma un día fúnebre. Todo le pareció envuelto en una atmósfera negra que flotaba confusamente sobre el exterior de las cosas, y la pena se hundía en su alma con aullidos suaves, como hace el viento en los castillos abandonados. Era ese ensueño que nos hacemos sobre lo que ya no volverá, el cansancio que nos invade después de cada tarea realizada, ese dolor, en fin, que nos causa la interrupción de todo movimiento habitual, el cese brusco de una vibración prolongada.

Como al regreso de la Vaubyessard, cuando las contradanzas le daban vueltas en la cabeza, tenía una melancolía taciturna, una desesperación adormecida. León se le volvía a aparecer más alto, más guapo, más suave, más difuso; aunque estuviese separado de ella, no la había abandonado, estaba a11í, y las paredes de la casa parecían su sombra. Emma no podía apartar su vista de aquella alfombra que él había pisado, de aquellos muebles vacíos donde se había sentado. El río seguía corriendo y hacía avanzar lentamente sus pequeñas olas a lo largo de la ribera resbaladiza. Por ella se habían paseado muchas veces, con aquel mismo murmullo del agua, sobre las piedras cubiertas de musgo. ¡Qué buenas jornadas de sol habían tenido!, ¡qué tardes más buenas, solos, a la sombra, al fondo del jardín! El leía en voz alta, descubierto, sentado en un taburete de palos secos; el viento fresco de la pradera hacía temblar las páginas del libro y las capuchinas del cenador... ¡Ah!, ¡se había ido el único encanto de su vida, la única esperanza posible de una felicidad! ¿Cómo no se había apoderado de aquella ventura cuando se le presentó? ¿Por qué no lo había retenido con las dos manos, con las dos rodillas, cuando quería escaparse? Y se maldijo por no haber amado a León; tuvo sed de sus labios. Le entraron ganas de correr a unirse con él, de echarse en sus brazos, de decirle: «¡Soy yo, soy tuya!» Pero las dificultades de la empresa la contenían, y sus deseos, aumentados con el disgusto, no hacían sino avivarse más.


lunes, 7 de febrero de 2011

Las flores del mal

Dentro del tema de la renovación poética de finales del siglo XIX, tenéis que leer los nueve poemas de Baudelaire que componen la sección "Las flores del mal", dentro de la obra de Baudelaire del mismo título. Podéis encontrar estos poemas en este enlace. Sus títulos son:

- La destrucción
- Un mártir
- Mujeres condenadas
- Las dos buenas hermanas
- La fuente de sangre
- Alegoría
- La Beatriz
- Un viaje a Citerea
- El cupido y el cráneo

En este otro texto, podéis encontrar algunas anécdotas curiosas sobre el terrible escándalo que provocó la publicación de Las flores del mal.

martes, 1 de febrero de 2011

Más textos periodísticos...

JUAN JOSÉ MILLÁS LA IMAGEN

Un desorden ordenado

JUAN JOSÉ MILLÁS 07/11/2010

En estos tiempos se necesita crear más entradas que salidas. Cuando nadie se ocupa de fabricarlas, los mismos trabajadores cambian el uso a una señalización de emergencia.

Toda esa gente, pese a lo que reza el cartel colocado sobre la puerta, no sale con angustia, sino que entra con prisas (a menos que corran hacia atrás, lo que no es probable). Curiosamente, no hay un solo cartel sobre ninguna puerta del universo mundo donde ponga Entrada de emergencia. ¿Acaso no necesitaríamos ingresar corriendo en más de un sitio? Por supuesto que sí. De hecho, son más las veces que nos apremia la necesidad de entrar que la de salir. Pese a ello, nos muestran con mayor insistencia las zonas de evacuación que las de ingreso. Podríamos decir que vivimos en la cultura de la salida. Recapaciten, si no, sobre estas frases de la vida diaria: ¿Cuántas salidas tiene Derecho, cuántas Historia del Arte, cuántas Medicina? ¿Sales a cenar este sábado? ¿Continúas saliendo con Fulano?

El lenguaje cotidiano está lleno de salidas airosas, desesperadas, imprudentes, de salidas de tono, de salidas de emergencia, como la que se aprecia en la foto. Todo el tiempo, en fin, se nos invita a salir (el despido por "causas objetivas" es, más que una invitación, una patada) cuando lo que necesitamos ahora es entrar. Entrar en el mundo del trabajo, de la cultura, de la investigación, de la justicia, de la sensatez… Si nadie se ocupa de fabricar entradas, y parece que no, tendremos que utilizar las salidas. Es lo que hicieron estos empleados del metro de Madrid (ninguna mujer, por cierto) en el ya lejano mes de julio de 2010. Entraron por la salida de emergencia para reunirse en asamblea. Tal desorden aparente metaforizaba en realidad un regreso al orden.